La esencia de un clásico: el jugador 12

Una tarde fresca, con el sol en todo lo alto del cielo caraqueño. El fútbol venezolano que recién abre sus gradas para que las hinchadas acompañen a sus equipos.

Al iniciar la pandemia y con la suspensión de toda actividad en la cotidianidad, el fútbol no se escapó, y por varios meses las canchas estuvieron vacías, sin jugadores ni hinchas.

Paulatinamente las ligas y los torneos se fueron retomando con una serie de normas estrictas, pero necesarias para blindar la salud de todos. A los estadios volvieron los jugadores, las directivas y alguno que otro medio acreditado, pero los hinchas seguían en casa. Las cámaras sirvieron como medio para que desde el hogar, los apasionados pudieran acompañar a sus equipos. Pero no era lo mismo, el carnaval estaba suspendido hasta nuevo aviso.

Volver a un clásico, presentes en gradas y tribunas se volvió un momento más que especial para todos los que vivimos esta pasión. Sin duda que el jugador 12 es real.

Todo esto fue el ingrediente perfecto para una tarde de mucho fútbol, digno de un clásico y que sería injusto haber esperado menos.
Caracas sacó su localía, y con un despliegue de fútbol aguerrido, lograron sacar dos goles en la cuenta para llevarse el clásico venezolano. Con goles de Ferreira y Celis, el clásico se quedó en Caracas.

Pero es imposible rescatar que la mixtura del jugador 12 es para locales y visitantes. La barra del Deportivo Táchira no pudo presentarse en el partido tras haber sido retenidos en distintos puntos de control en su viaje a Caracas.

Aún así, algunos aurinegros se hicieron presentes en la tribuna y en la grada, hecho que generó un lamentable momento de violencia por parte de algunos hinchas del Caracas.
El fútbol se compone de rivalidad, pero una sana, una de ver quién alienta más, de fidelidad y amor por los colores. La violencia nunca es parte de la pasión. El fútbol es color, carnaval, alegria y aliento.

Que este sea un llamado de atención a las autoridades, las directivas, las fuerzas del orden, pero especialmente a quienes sentimos en el pecho un amor incalculable por el escudo y los colores de la institución amada.

Viva el fútbol, que vivan los clásicos.
El jugador 12
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